– Verá doctor, tengo un problema. Cuando hago el amor con mi mujer, me da la impresión de que no siente nada. Algunas veces incluso se duerme.
– Eso tiene una explicación científica. Algunas mujeres en estado de excitación se acaloran tanto que les es imposible sentir nada. Trate de hacer el amor y abanicarla al mismo tiempo.
– Gracias doctor.
Y esa noche así lo hizo. Pero cuando atendía al abanico no atendía a lo otro. Así que contrató a un negro para que abanicase a su señora.
– Venga, negro, abanica. ¿Sientes ahora Maruja?.
– No, nada.
– ¡Más fuerte negro! ¿Y ahora, Maruja?
– Nada, nada.
– Negro, trae el abanico y ponte tú.
El negro se situa encima de Maruja y el marido abanicaba.
– ¿Y ahora Maruja? ¿Sientes?
– Siiiiiiií, siiiiiiiiiií, ahora siiiiiiií!
– ¿Ves negro? ¡No sabes ni abanicar!