Un fontanero lega a un bar y le dice un amigo:
– ¡Qué mala cara tienes! ¿Qué te pasó?
– Que fui a arreglarle una cañería a una mujer. Me sedujo, fuimos para cama, cuando estaba en la faena, sale el marido del armario y ¡pumba!
– Te la metieron doblada.
-¿Doblada? ¡De punta, me la metió de punta!