Iba un gallego por la calle cuando de pronto se cruza con otro, un amigo de toda la vida un tanto apesadumbrado: -Hola Roberto, ¿qué te pasa hombre? Milagro verte así. -Ya, es que vengo del entierro de mi padre. El gallego se lo queda mirando y trata de consolarlo: -Tranquilo Roberto, no es para tanto porque mira, igual ni era tu padre.