En un sanatorio de descanso un internado ve llegar a un viejo más que octogenario. -¡Eh, Alejandro!, pero ¿dónde has estado estos últimos ocho años desde que te eclipsaste? ¡Te creía muerto! -No, no. Estuve en la cárcel. -¿En la cárcel? ¿Y por qué? -Un día que salí a comprar tabaco, una muchacha bellísima llegó con un policía. Y señalándome con el dedo, exclamó: -Lo conozco perfectamente, agente, ¡fue él quien me agredió ayer en la calle para violarme. Y yo lo encontré tan lisonjero que no me atreví a desmentirla…