Están dos borrachos en un bar a las tantas de la noche. Como es tan tarde, el bar ya tiene que cerrar, así que le dice uno al otro:
–Oye, ¿por qué no nos vamos a mi casa y seguimos allí empinando el codo un rato?
–¡Muy bien!
Salen y se ponen en marcha. Entonces el otro cambia de idea:
–Mira, mejor vamos a la mía, que está más cerca.
–¿Qué dices, hombre? La mía está mucho más cerca, ya verás.
Y siguen así discutiendo hasta que llegan a un portal:
–¿Ves como estaba la mía más cerca? ¡Ya hemos llegado!
–¿Pero qué dices? ¡Si esta es mi casa, no la tuya!
–Anda, tú estás borracho, es mi casa, copón.
–Bueno, pues hacemos esto: llamamos a la puerta y así vemos de quién es.
Llaman, y sale una señora, que grita:
–¡Muy bonito, muy bonito! ¡Los dos borrachos! ¡¡Padre e hijo!!