Un lechero vasco que se está muriendo en el hospital reúne a sus dos hijos, su hija y su esposa y, rodeado por todos ellos y su enfermera, les reparte su herencia.
Dice a su hijo mayor:
– A ti, Pedro, te dejo las casas del Norte.
– A ti, hijita, te dejo todos los apartamentos de la zona Sur.
– A ti, Carlitos, por ser mi hijo menor, con un gran porvenir, te dejo las oficinas del Centro.
– Y a ti, mi querida esposa, el edificio del Barrio las Cumbres, al Oeste de la ciudad.
La enfermera, impresionada, le dice a la esposa:
-Señora, su esposo es muy rico; les está dejando muchas propiedades.
Y la esposa, sin perder el tiempo le responde:
– ¡Qué rico ni qué ni nada! ¡Esas son las rutas por donde reparte la leche… !