En un balneario, la propietaria de una pequeña casa de apartamentos de alquiler acompaña a una joven pareja al suyo. Después de haber recogido la paga y de haberles mostrado donde esta el mar, se pregunta si los inquilinos necesitaran algo.
– No, gracias, responde el muchacho.
– Y para su mujer…?, dice la propietaria.
– Ah!, hace usted bien en recordármelo. ¿Tiene un sobre y unos sellos?